En un caserío de la Meseta,
todos los jardineros trabajando,
las administradoras cocinando,
sin cobrar una mísera peseta.
Muchos oficiaban de buena gana,
pero otros, en cambio, se resistían
y, entre otras cosas, no obedecían;
sin embargo, su mente estaba sana.
El casero a un criado llamaba.
Éste, a lo que fuere se ofreció,
pero no hizo lo que se le ordenaba.
El casero al criado despidió,
y muchos otros aprendieron de esto:
por decir que sí y luego que no.
ALUMNO DE LA FARGA - 4º ESO -
No hay comentarios:
Publicar un comentario