El tibio sol acariciaba al roble
sacando bronces en sus hojas secas;
su cabellera, en invierno hueca,
destaca, altiva, su ascendencia noble.
Huérfano ahora del alegre canto
de los pájaros que alegraban su vida,
enseña en su figura retorcida,...
su desnudez tras el verdor del manto.
Sus milenarias ramas, ya vencidas,
bajan su orgullo al suelo, avergonzadas,
buscando en primaveras renacidas
lluvias que le devuelvan revividas
brotes alegres que pueblen de vida
las ramas secas, por el tiempo ajadas.
MANUEL PABLOS
MIEMBRO DEL BLOD L'ALBADA
¡Fantástico y hermoso soneto al viejo y querido Robles de La Farga¡,¡Pleno de forma y contenido ¡, Gracias, amigo¡
ResponderEliminarGran soneto, Manuel Pablos. En contenido y forma, en medida y rima. muy lograda la imagen, del roble y de invierno.
ResponderEliminarSaludos.