Gloriosos en la luz del sol,
quebraron al fin sus cadenas
ante la mirada del lord
que los ató en tan alta pena.
Corren arrastrando los pies,
rastrillos de carne en la arena,
el que los mira sabe bien
que resiguen su condena.
Se sostienen el corazón
entre el susurrar de las piedras
redoladas al son del viento,
compañero, amigo a medias.
Lloran en el silencio lloran,
oasis de sal, ríos que llenan
de sequedad la piel tostada,
pues las horas se cuecen lentas...
¡Éxodo! Vivo, tu eres muerte.
JORDI VINYETA TORGUET
MIEMBRO DEL BLOG L'ALBADA
¡Hermoso poema¡ Leo en él la soledad humana y el sufrimiento de las "cadenas" que esclavizan...¡Muy bello¡¡
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