De repente la piedra...dura y maciza
que te atraviesa el alma, sin avisarte;
aguijonazo seco, dolor que enerva,
que embota los sentidos, que tiene el alma.
De repente se rompen, sin que lo entiendas
los costurones grises, cicatrizados,
y los remansos quietos se vuelven furias
y las brisas suaves son vendavales,
y los sonidos finos son estridentes
chirridos monocordes, descompensados;
y se te rompe el alma en mil retales;
el llanto contenido se vuelve lluvia
torrencial y no puedes parar su fuerza,
destroza los jardines que habías querido
dibujar en tu mente, que te alegraban
las tardes primorosas de primavera,
los turbios días de fuego de los veranos,
las noches glamurosas de luna llena,
mirando las estrellas mientras sonaba
un piano cercano, fondo de estrellas
que titilaban blancas sobre los mantos
oscuros de los cielos, allá a lo lejos,
mandando mil mensajes a otras mil almas.
Y de repente sientes que ya no sientes...
que no te queda nada.
Pero una mano amiga que está escondida
aparece a lo lejos, abierta, llana.
Tu la coges despacio, luego la aprietas,
y notas que de nuevo vuelve tu calma.
No desprecies la mano, aprieta firme,
quizá te está diciendo cuanto te ama.
MANUEL PABLOS ESTEBAN
PROFESOR DEL COLEGIO LA FARGA
...Pero una mano amiga que está escondida
ResponderEliminaraparece a lo lejos, abierta, llana.
¡Precioso canto a la Esperanza¡¡Preciosos versos¡