Tú golpeas el esferico ardiente,
tú iluminas la faz de la gran tierra,
echas a la reina de la tiniebla,
dejas que el cielo se torne celeste.
Tú dejas que al amanecer, el este
flanquee el paso a la más grande estrella;
tú iluminas la faz de la gran tierra,
echas a la reina de la tiniebla,
dejas que el cielo se torne celeste.
Tú dejas que al amanecer, el este
flanquee el paso a la más grande estrella;
tu dejas que al alba, la luna se vuelva
apesadumbrada, sola, con ese
aire funesto que nada te agrada.
La bola de fuego ilumina todo,
la esfera ardiente
te alegra la cara.
La oscuridad de la luna nervioso
te pone, por eso vas y la apartas,
no por ti, sino por los hombres todos.
apesadumbrada, sola, con ese
aire funesto que nada te agrada.
La bola de fuego ilumina todo,
la esfera ardiente
te alegra la cara.
La oscuridad de la luna nervioso
te pone, por eso vas y la apartas,
no por ti, sino por los hombres todos.
DIEGO ARTACHO
ALUMNO DE LA FARGA
4º de ESO
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