El sol se esconde ahora,
entre la niebla y el mar,
para dar paso a la fría noche.
Desde aquí se ven
los colores que,
poco a poco,
se van apagando.
La suave brisa
trae el olor a sal
que las olas proyectan
al golpear con poderosa fuerza
las piedras del acantilado.
Me sumerjo en el mar de tu mirada,
en sus profundas y cálidas aguas,
queriendo no volver a despertar.
Y el tiempo parece detenerse
por unos instantes.
Pero ahí está,
el lucero de la noche;
que ilumina paulatinamente
el paisaje
con luces y sombras.
Javier Prats
¡Magníficas imágenes y excelente verso blanco.¡Enhorabuena¡
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