Después de un día caluroso,
cuando llevas días y días pensando
y crees que no hay nada que hacer,
te encuentras subiendo una pequeña pendiente,
te dejas llevar por el camino, arrastrando los pies,
con la mirada perdida y la mente embotada.
Al poco rato te encuentras en la cima de una pequeña colina,
dónde recuerdas haber pasado tantos buenos momentos.
Es entonces cuando empiezas a sentir la fuerte brisa que sopla,
no la has sentido antes, pues estabas ensimismado.
Poco a poco empiezas a observar el paisaje
que se extiende más allá de la colina.
Dejas que tu rizado pelo flote al viento,
ves a los árboles seguir el compás de la brisa,
sientes una voz que te habla,
la escuchas con emoción,
pues está susurrando eso que llevas tanto tiempo buscando.
Tras tanto tiempo perdido,
escondido en tus propios pensamientos,
te sientes libre y corres, saltas, gritas...
Y bajas la colina sabiendo que todo a cambiado,
que ya no volverás a ser el mismo,
nunca...
JAVIER PRAT
¡¡Bellísima prosa poética, Javier¡¡Y magnífica expresión escrita¡¡Felicidades¡¡
ResponderEliminarUn poema reflexivo. Cansancio, recuperación del aliento, agradables recuerdos y vuelta a un abajar definitivo. Como la vida misma, con sus altos y bajos.
ResponderEliminarSaludos.