No hace mucho tiempo,
un joven en el andén de una estación esperaba el tren.
Era un día soleado y,
como el tren tardaría en llegar
buscó un banco donde sentarse.
Se sentó en un banco en el que estaba sentado un anciano.
-¡Bonita mañana! ¿Que tren coges muchacho?
-El tren de las 10, ¿y usted?
-El último de todos
-¿Y que hace aquí tan pronto?-preguntó el joven sorprendido.
-Esperar
-¿A qué espera?
-Espera y verás
Cuando estaba llegando tren de las 10,
el anciano se levantó y se subió.
El joven, desconcertado, lo acompaño.
-¿No esperaba el último tren?
-Debo enseñarte algo.
El joven, perplejo, escuchó al anciano
durante todo el trayecto.
Le hizo comprender el valor de la espera,
su lado positivo y su lado negativo.
Cuando salió del tren, sabía ver la espera en cada rostro.
La espera había cobrado forma
en cada uno de los detalles a su alrededor.
JAVIER PRATS
MIEMBRO DEL BLOG L'ALBADA
No hay comentarios:
Publicar un comentario