A
Agustina, mi mujer, en nuestro 35 aniversario de matrimonio.
Crecimos
entre sombras
cargadas
de caricias.
Rompimos
las distancias de la idea
con
nuestros inexpertos besos, rotos
por las
miedosas sombras de la noche.
Ensayando
entre el verde de los musgos
nacieron
en nosotros innombrables deseos ancestrales,
apenas
controlados por miedos aprendidos
en la
misa de doce menos cuarto.
Pero
una noche clara, bajo el cielo
estrellado,
que casi como manta nos servía,
rompimos
las distancias entre el temor y el cuerpo.
Traspasamos,
miedosos, la barrera del mundo
y viajamos con nuestras fantasías
donde
habita el sentido; sin infierno
miedoso
en nuestras almas teñidas de silencio,
saciamos
los instintos retenidos,
encendimos
el fuego de mil hogueras muertas;
la
noche y las estrellas fueron cómplices mudos
de
nuestros desbocados potros negros.
Fuimos
después estatuas de albo mármol
con
corazón de volcanes ardiendo; fundimos
el
metal de las distancias y, saciado el deseo,
volvimos
a las sombras de la noche
entre
el musgo verdoso de la piedra.
Crecemos
entre sombras
cargadas
de caricias.
De las
mismas caricias
y de
los mismos besos de esa noche estrellada.
¡Solo
ha pasado el tiempo!
MANUEL PABLOS
MIEMBRO DEL BLOG L'ALBADA
Hermosísimo poema! tierno homenaje a los años de amor!
ResponderEliminar¡Precioso poema de amor, de ternura, de sentidos, en la noche estrellada...¡ Mis felicitaciones¡amigo Manuel.
ResponderEliminarPrecioso poema, Manuel. Un recorrido por la vida amorosa de dos personas, que se mantiene, que el tiempo no ha separado, sino ha unido más aún.
ResponderEliminarMi felicitación para ambos.
Sencillamente precioso!
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