Era la puerta del cielo: 
era bello, deslumbrante, 
asombroso, con destellos, 
resplandor emocionante... 
Ante tal belleza dada, 
mi alma ya no sabía 
si candor era del día, 
o del sol era bajada. 
A mi alma embelesaba 
con los colores tan bellos: 
luz de cobre anaranjada 
con destellos de pomelo. 
...Y yo vi, dentro de mí, 
cuando miras al Poniente, 
el anhelo de  subir,
absorto, al cielo luciente.  
DONCEL
 
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