Era una tarde lenta y melancólica,
el agua rociaba con dulce placer;
árboles caducos, de hojas caídas,
traen a mi alma bella placidez.
La luz de esta tarde es gris, delicada,
su duende me habla con
gran languidez;
gran languidez;
me inspira recuerdos la bella infancia,
de paz, de gozo, con suma altivez.
De pronto el aura del cielo se abre
y emana destellos, blanca sencillez,
y yo, embriagado de olor y colores,
víme prendado de amor y placer.
DONCEL
DONCEL