Perderse en los recodos
del camino...,
evadirse de la triste
realidad,
hacerle unos requiebros
al destino...
vehementemente desear
la soledad.
La tarde y el camino...
Del camino vi subir
el sol hacia el horizonte.
La tarde no se quiere ir,
bello es el azul del monte.
Por el camino sereno,
junto a la soledad viva,
quise probar el veneno
de la tarde más cautiva.
Pronto en todas partes eran
sombras a mí alrededor,
la inquietud de los que esperan
ver la noche en su esplendor.
Bajo el cielo, contemplar
lo que es bello, no se olvida,
y de mi corazón prende
una emoción contenida.
Con mis pensamientos ando
antes que los lleve el viento,
que la tarde va pasando
por el campo soñoliento.
Francisco García Tras de las Casas
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