Me dejé arrastrar en pos del tiempo
cual la hoja de un árbol malherido,
volando locamente en el espacio
con ilusorias metas sin sentido.
No calé en el hondón de mis vivencias
y todas se me fueron al olvido,
bebiéndome de un trago mi existencia,
borracho contumaz y pervertido.
Mas, de pronto, me hizo viejo de repente
ignorando, siquiera, como ha sido
y quise desandar la senda andada
de dolor y de angustia arrepentido.
Quisiera estar de nuevo en la salida
y correr nuevamente ese camino
con ansias noblemente renovadas
y llegar a la meta convertido.
Mas la muda realidad me abrió los ojos
y vi que era un sueño sin sentido,
ya que nunca el ser humano pudo
revivir nuevamente lo vivido.
ALEJANDRO MARTINO VICO
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