Zoe, la joven delfín,
Zoé preguntaba a su mamá:
-Por qué en esta casa no hay ningún espejo?
Y la madre insistía en que ese objeto no era necesario.
Pero Zoé , que estaba muy ilusionada decidió ir a una casa, y llamó insistentemente golpeando sus aletas.
Finalmente, abrió la puerta un hombre muy soñoliento –lo cual es lógico, teniendo en cuenta que eran las 3.10 de la madrugada- quien le preguntó que necesitaba.
Y Zoé le dijo:
-Hola, Don Hombre! ¿esteeee... Ud. No me conseguiría un espejo?
Y el hombre, ni lerdo ni perezoso, de inmediato le regaló uno.
Ella se lo llevó muy feliz a su casa, y empezó a dar vueltas para verse el lomo…!Qué tranquilidad! ! Era preciosa toda ella! El lomo también!
Poco tiempo después acudían en tropel para hacer lo mismo todas sus amigas, -mientras la madre con las aletas a ambos lados de la cabeza se decía : - ¡así son los jóvenes hoy!
Pero no tendría por qué haberse preocupado; poco después se formaba una larga fila de delfines adultos que también querían mirarse en el espejo.
La cosa se había complicado…eran tantos !
Empezaron a pensar como podían hacer para verse el lomo –!no todos iban a poder tener un espejo en su casa!.
Y esa es la razón por la cual los vemos saltando y dando vueltas en el aire.
Miran si se pueden ver el lomo reflejado en la superficie del agua.
Encantador relato, estimada Estela...pleno de amor a la vida...
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