sábado, 17 de mayo de 2014

EL ÁRBOL





¡Míralo!
Alto y majestuoso.
Las ramas al viento,
sus raíces fuertes.
Un tronco duro,
fruto de muchos años de sol y lluvias.

Es un símbolo de eternidad,
que ha ido creciendo poco a poco,
entretejiendo sus ramas
formando una red
atravesada por los rayos de luz
que proyectan sombras danzantes
en el húmedo suelo bajo su copa.

Encontramos en él
un lugar dónde tumbarnos,
leer y pensar,
escribir y soñar.
Buscar formas en las nubes que adornan
el cielo azul de verano.
Contemplar el ocaso,
bailando al ritmo de la música
que trae la última brisa
de un día perfecto.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. ¡Qué prosa poética tan bella y buena¡ Este árbol me recuerda al viejo roble de La Farga.¡ Imponente¡

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  2. Un excelente poema, Javier.

    El árbol es símbolo de resistencia, de permanencia y motivo de inspiración. Su sombra, es un lugar perfecto para leer un libro, reflexiona, y apreciar las maravillas de la naturaleza, como la puesta de sol. Dominas muy bien la prosa poética.

    Saludos.

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