1924: Amanece el Born, se quita la manta del sueño y la pereza y se dispone a vivir otro día, uno nuevo, un buen momento para darse un paseo, escribir un libro o incluso enamorarse. Mateo está sentado en un banco del "Passeig". Está inquieto, impaciente con ganas de encontrar, por fin, a su amor. Mientras, ella, Nerea, se peina en el espejo y se pregunta en que rincón de Barcelona se esconderá él. Lo que ambos no saben es que sus vidas están a punto de chocar y colisionar de tal modo que sea imposible separarles. No se conocen, pero el alma de la ciudad hace todo lo necesario para que se rocen, el destino y el amor harán el resto. Los dos están invitados a una gran fiesta en el Palau Dalmases, con su elegante patio gótico capaz de transportar a una época atemporal y misteriosa. En el baile, Mateo, encuentra, sin haberlo buscado, a Nerea, y ambos mantienen una breve conversación, tímida y de pocas palabras. Los dos sienten una conexión extraña y enganchosa, difícil de pasar por alto. Toda la velada la pasaron hablando de sus vidas, aficiones, planes de futuro, de la guerra, del miedo y de la incapacidad que tenían ambos para soñar más allá de sus fronteras, fronteras que ellos mismos se habían creado, y que les impedía ver todo lo que existe tras su ventana. También hablaron de la hiida frente al compromiso, entender mal la libertad y de la soledad, ya que por mucho que haya gente, esa soledad existe y está presente en muchos momentos de nuestra vida.
Las dos y media, esa es la hora en la que se cierran las taquillas de su corazón, se termina la fiesta, se separan todos los invitados, y se ve alejarse a Nerea por el Passeig del Born, borrándose, poco a poco, su silueta de la mente de Mateo, y, olvidando los momentos más agradables del encuentro. A la mañana siguiente, una nueva historia, una nueva en la que quizás alguien se dé un paseo, escriba un libro o, incluso se enamore, ¿porqué no?, de ti
Gabriel Sánchez Salido
Miembro del Blog L' Albada