Quise escribirte una canción de amor,
me la suspiró un día tu ruiseñor
dejaste en mi mejilla aquel calor
del suspiro, dibujando una flor.
Prontó llegó el día
en que aquella flor
perdió aquel aroma
perdió su color.
Y yo le grité:
¡Tu dulce miel
necesito beber!
Pero no contestó.
Sufriendo sobre ella
la regué con dolor,
agua de mi amor,
y se convirtió en doncella.
Era pues la dulce flor
la doncella más hermosa,
la más dulce mariposa,
era el beso del amor.
ANTIGUO ALUMNOS DE LA FARGA
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