A Pablo Anaya y Dhalia
Sánchez
El niño y la cometa...
Con trozos viejos de ropa
y papel de celofán,
el niño hizo una cometa
que quiso echar a volar.
Pero el niño, en el recuerdo
que su madre ya no está,
abrazado a la cometa,
triste, se puso a llorar.
Las golondrinas han vuelto,
está florido el rosal,
y con el cielo pintado,
¡qué alegría ver pasar
con placidez, los días
de brisa primaveral!;
la ternura de los pueblos,
que la primavera da.
Otra mañana de abril,
el niño volvió al lugar,
con la cometa en los brazos
dispuesto a hacerla volar.
Imaginando que su madre
desde el cielo la verá,
soltó la cuerda, la izó
el viento hasta el más allá,
y al ver volar la cometa
el niño quedó en paz.
La primavera marchó,
dibujando por detrás,
el sol del atardecer
estelas de soledad,
mientras en la plaza se oye
dulce canto celestial
de niños que cantan, místicas,
canciones para soñar,
de amores que son eternos
y que nunca morirán.
Francisco García Tras de las Casas
No hay comentarios:
Publicar un comentario