Como la luz que besa la mañana
besaba tu sentir la melodía;
tus dedos, mariposas de poesía
libando amaneceres con sus alas
entornaban arpegios tornasoles,
- semifusas redondas y bemoles -,
en medida y sonora algarabía.
Tu cara, transformada, entretejía
cromáticas escenas de arreboles,
azules lunas, encendidos soles...
Luego, serena, a descender volvía
a campos de amarillos girasoles,
descansando en la paz del mediodía
Tu cuerpo con el alma se fundía
en invisible transparencia amante,
relajado un momento y, al instante,
en sedas vaporosas envolvía
la luna, el sol y el aire, trepidante.
Mojó con lluvia - un titilar de estrellas -
en riego fresco, tu sudor humano,
y al contacto gozoso de tu mano
dibujaban radiantes primaveras
en desiertos, montañas y praderas,
las encendidas teclas de tu blanco piano.
La tempestad dejaba paso al viento
y en ondas de sereno pensamiento
deslizabas, feliz, tu fantasía,
- la noche dando paso al claro día -
la claridad, venciendo al elemento,
las notas transformadas en poesía.
Sin la inquietud insigne de la abeja
volvió a dormir la miel en tu corola,
y al igual que una mar en caracola,
difuminada, queda en sentimiento,
sólo quedó un rumor, mecido al viento,
de un piano febril de media cola.
Manuel Pablos
No hay comentarios:
Publicar un comentario