viernes, 10 de julio de 2020

ANA TOCA EL PIANO.




     
   





Como la luz que besa la mañana

  besaba tu sentir la melodía;

  tus dedos, mariposas de poesía

  libando amaneceres con sus alas

  entornaban arpegios tornasoles,

  - semifusas redondas y bemoles -,

  en medida y sonora algarabía.



  Tu cara, transformada, entretejía

  cromáticas escenas de arreboles,

  azules lunas, encendidos soles...

  Luego, serena, a descender volvía

  a campos de amarillos girasoles,

  descansando en la paz del mediodía



  Tu cuerpo con el alma se fundía

  en invisible transparencia amante,

  relajado un momento y, al instante,

  en sedas vaporosas envolvía

  la luna, el sol y el aire, trepidante.



 Mojó  con lluvia - un titilar de estrellas -

  en riego fresco, tu sudor humano,

  y al contacto gozoso de tu mano

  dibujaban radiantes primaveras

  en desiertos, montañas y praderas,

  las encendidas teclas de tu blanco piano.



  La tempestad dejaba paso al viento

  y en ondas de sereno pensamiento

  deslizabas, feliz, tu fantasía,




  - la noche dando paso al claro día -

  la claridad, venciendo al elemento,

  las notas transformadas en poesía.



  Sin la inquietud insigne de la abeja

  volvió a dormir la miel en tu corola,

  y al igual que una mar en caracola,

  difuminada, queda en sentimiento,

  sólo quedó un rumor, mecido al viento,

  de un piano febril de media cola.



Manuel Pablos


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