El cielo, de oro, nos envuelve ,
en la tarde bellísima y galana.
El chorro de agua clara de la fuente,
ríe y salta, alegremente, en la taza ...
La tarde, de violeta, escandila
y nos lleva al Parnaso con las hadas.
El jardín, encendido, es la quimera,
que penetra finamente en el alma.
Doncel
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