A todos los hombres
y mujeres del campo
que forjaron nuestros destinos
y mujeres del campo
que forjaron nuestros destinos
a base de esfuerzo y trabajo.
El campo que está tan bello,
huele a tierra y yerbabuena,
y al sol como el oro brillan
los trigales de las eras.
Por los cielos despejados,
pequeñas aventureras,
las oscuras golondrinas
bendicen la primavera.
Es Mayo y el campo marchito
se empieza a ver entre niebla,
cuando el sol ya muy temprano
entre la humedad de las peñas,
va a subir por los barrancos
y a salir de las tinieblas.
Por los distintos caminos
que confluyen en la vega,
los carros y caballos van
a las segadas parcelas,
donde se da vuelta y vuelta
a la seca, esparcida hierba,
de linde a linde y a dos manos,
cambio de derecha a izquierda.
“¡ Campos y pueblos de León!,
mi corazón os recuerda,
creció, bendita ilusión,
el amor por esta tierra”.
Es Mayo y al atardecer,
entre los maíces suena
como cantan las cigarras
cuando la calor no aprieta.
Desde el roble del sardonal,
donde anidan las cigüeñas,
blancas y radiantes vuelan
cruzando hacia las parihuelas.
Subido al carro el labrador
iba dando rienda suelta,
a esta hermosa canción
que al rubio caballo alegra:
"Campos y pueblos de León
no olvida quien os recuerda,
creció en mi corazón
el amor por esta tierra."
Francisco García Tras de las Casas
El campo que está tan bello,
huele a tierra y yerbabuena,
y al sol como el oro brillan
los trigales de las eras.
Por los cielos despejados,
pequeñas aventureras,
las oscuras golondrinas
bendicen la primavera.
Es Mayo y el campo marchito
se empieza a ver entre niebla,
cuando el sol ya muy temprano
entre la humedad de las peñas,
va a subir por los barrancos
y a salir de las tinieblas.
Por los distintos caminos
que confluyen en la vega,
los carros y caballos van
a las segadas parcelas,
donde se da vuelta y vuelta
a la seca, esparcida hierba,
de linde a linde y a dos manos,
cambio de derecha a izquierda.
“¡ Campos y pueblos de León!,
mi corazón os recuerda,
creció, bendita ilusión,
el amor por esta tierra”.
Es Mayo y al atardecer,
entre los maíces suena
como cantan las cigarras
cuando la calor no aprieta.
Desde el roble del sardonal,
donde anidan las cigüeñas,
blancas y radiantes vuelan
cruzando hacia las parihuelas.
Subido al carro el labrador
iba dando rienda suelta,
a esta hermosa canción
que al rubio caballo alegra:
"Campos y pueblos de León
no olvida quien os recuerda,
creció en mi corazón
el amor por esta tierra."
Francisco García Tras de las Casas
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