Esperando la estela del poniente,
escuchando el tañido de campanas,
una flecha en mi corazón se clava,
viendo aquel jardín tan bello en mi mente…
El cielo es  ascua de
fuego
en el fulgor de la tarde.
 
Y aquel chorro de la fuente 
                                                                                                  
con agua, de taza blanca,
 
va susurrando las notasque sobre el oído tañen
en aquella tarde vieja,
 
de la que hoy hago alarde.
La tarde remueve el alma
 
del poeta que renace.
 
El sol, de bronce vestido,
 
la pinta en ocre paisaje.
DONCEL
DONCEL
 
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