martes, 24 de septiembre de 2013

Mi nieta Lidia




Miré los ojos que tanto me miran
bellos como una tarde de verano
y vi dos lunas de mirada suave
iluminando con su luz mis campos..
 
 El alma henchida de emoción y mimo
acarició con suavidad su cara
y el beso desplegó mis labios curvos
para pintar lo que me dijo el alma…
 
Sentí en latir de un corazón saltando
y  unos brazos abarcando distancias
se deslizaron por mi cuello suaves
como una seda virgen, delicada.
 
Noté el broche de sus manos cerrando
sobre mi nuca, el tiempo de sus ansias,
y el beso dulce que esperaba ansiosa
 pinto en colores  de alegría mi  cara.
 
Sus labios nuevos de palabras nuevas
se deslizaron hasta mi garganta,
subieron al oído y tenuemente,
como el amante lo hace con su amada,
 
me susurró cual delicada espuma
de ola que muere al descubrir la playa,
¡ te quiero, abuela, yo te quiero mucho…!
Paré las cataratas de mis lágrimas,
 
que acudieron a mí, sin yo quererlo,
desde lo más profundo de mi alma,
y apretando el anillo de mis brazos
sobre su cuerpecillo de aguas claras
 
susurre en sus oídos el “ te quiero!”
más hermoso que nadie susurrara.
Sentí su corazón que daba brincos
y su abrazo que alegre me llenaba,
 
con sensaciones de cariños nuevos
con emociones que me desbordaban.
La magia del momento del “¡ te quiero!”
quedo por siempre en mi memoria anclada.
 
Al día siguiente, como si el contrato
de nuestro amor ella certificara,
abrió sus manos y unas florecillas
me ofreció por reafirmar que me amaba.



Flores de nieta de María






MANUEL PABLOS

PROFESOR DE LA FARGA

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